En muchas ocasiones un proyecto emprendedor empieza a tomar forma desde el momento en que se elige el nombre de la futura empresa. Con un nombre nuestra idea va adquiriendo personalidad y es más fácil describirla en reuniones con amigos y familia.
Sin embargo, concebir la marca demasiado pronto puede ser un arma de doble filo. En muchas ocasiones será positivo. El proceso de emprendimiento (y sobre todo en el bootstrapping) es muy duro; en los momentos realmente malos, con la confianza y las finanzas por los suelos, puede ser como un faro en la niebla, la única referencia para nuestro punto de destino.
Pero ese faro también puede estar indicándonos el puerto equivocado (no olvidemos que la niebla nos envuelve) y desviarnos del rumbo más exitoso. En este sentido, emprender con el nombre en la cabeza, un nombre que uno mismo considerará que es el mejor del mundo, puede impedirnos pivotar.
Cualquier hipótesis tiene sólo dos opciones: validarse o invalidarse. Son muchas las hipótesis sobre el modelo de negocio que tenemos al empezar: creo que mis clientes serán gente madura con poder adquisitivo, creo que estarán dispuestos a recomendar a sus amigos, creo que están hartos del empaquetado habitual del producto, creo que pierden mucho tiempo en ir a la tienda y que estarían locos de contentos por poder comprarlo online,… Pero detrás de esas hipótesis encontraremos realidades más o menos predecibles; muchas veces tendremos que reconsiderar nuestra estrategia, pivotar e ir por otro camino. El problema puede venir cuando el nombre escogido impide ese cambio porque esté referido explícitamente a un segmento de cliente concreto, un producto o sector, precio muy barato, canal online,…
El peligro está en que el nombre nos ciegue, que confundamos esa identidad inicial con el proyecto en sí. De esa manera sólo conseguiremos hundirnos con el barco.
Bootstrapping, ¿hay otra opción?
El término Bootstrapping se escucha cada vez más a menudo. Se refiere a aquella fórmula de emprendimiento (muchas veces cercana al autoempleo) donde la idea de negocio se pone en marcha con los mínimos recursos al alcance del emprendedor, que normalmente formarán parte de su patrimonio personal. Esto no es nuevo, siempre ha habido gente que se ha tirado a la piscina con lo justo y que ha montado una empresa desde su dormitorio o su garaje arriesgando todo lo que tiene. La posible novedad es que ahora se plantea como la única alternativa que tienen muchísimas personas.
Ya sea como única salida al desempleo, o bien por pura vocación emprendedora, iniciar una actividad empresarial con financiación externa es, como poco, una quimera. Sin embargo creo que no debemos verlo como una opción fruto de la resignación ante el cierre del grifo del crédito. En realidad pueden encontrarse aspectos muy positivos si aplicamos mentalidad Lean Startup:
1. Una estructura ligera de empresa nos permite lanzarnos rápidamente a un posible mercado. Esto nos hace presentarnos con un Producto Mínimo Viable que nos ofrecerá feedback del potencial cliente casi del desde el principio y gracias al cual podremos realizar cambios en nuestro producto o servicio.
2. La necesidad de generar ingresos casi desde el principio nos pone cerca de la realidad del mercado y los clientes. Será mayor la motivación por descubrir sus necesidades y ofrecer una propuesta de valor por la que estén dispuestos a pagar.
3. Independencia: los recursos de uno mismo los puede utilizar como quiera. En este caso los utilizaremos en diseñar un modelo de negocio ajustado a nuestra visión y circunstancias.
4. No derrochar. Pese a que la inversión sea pequeña el emprendedor se estará jugando muchas veces todo lo que tiene si fracasa. Sin embargo, no habrá contraído deudas faraónicas que le evitarían levantarse de nuevo durante muchos años.
5. Por último (aunque parezca tópico) la escasez fomenta la creatividad y ésta la innovación. Ambas son necesarias hoy día para cualquier tipo de negocio.
En muchos aspectos de la empresa un contratiempo ofrece a la vez una oportunidad. Aunque sea difícil, en este caso podemos ver el vaso medio lleno. El bootstrapping no sólo es realista y valiente frente a la actual crisis, sino que también puede ayudar a generar un nuevo paradigma de empresa más sostenible e innovadora. Espero que la ansiada Ley de Emprendedores solucione el problema de la financiación, pero que al mismo tiempo se atreva de verdad a simplificar trámites y burocracia de cara a potenciar este modelo de emprendimiento.