Existe la imagen que creemos que tenemos que tener y existe la imagen que queremos tener. Esta última nos potencia y nos impulsa a mejorar y a transformarnos, mientras que la primera suele limitarnos ya que responde a una exigencia social y cultural más que a una ambición personal y nos lleva al conformismo. ¿Bajo qué parámetros quieres observarte y valorarte? O mejor ¿En qué tipo de persona quieres convertirte? Si eres una persona con un mínimo de esperanza responderás con seguridad que en una persona feliz con salud, amor y prosperidad.
Pues bien, entonces lo primero sería definir qué es exactamente para ti el éxito y la felicidad. Te animo a que cojas papel y lápiz en este preciso momento y lo describas con claridad. A continuación identifica las metas que te harán lograr esa victoria en todas las dimensiones de tu vida. El siguiente paso es analizar qué valores y virtudes necesitas poseer y cultivar para alcanzar tus objetivos. En realidad, hay una serie de cualidades que son comunes a la mayoría de las personas que han superado grandes retos para llegar a la cima tanto en su vida personal como en la profesional. Son cualidades que todos tenemos en potencia, como por ejemplo una mentalidad abierta, una actitud positiva, capacidad de escucha, vocación de ayuda, tener amor propio, confianza en sí mismo/a, buena imagen, ser apasionado/a, disciplinado/a, buen/a comunicador/a, empático/a, constante, entusiasta, responsable, flexible y equilibrado/a. Además las personas exitosas basan su vida en valores como la honradez, la gratitud, la esperanza, la fe, la integridad personal, la justicia, el esfuerzo, la humildad, la generosidad, el perdón, la ambición, la compasión, el humor, la familia, la amistad, la sinceridad, la valentía, la lealtad, el compromiso y el compañerismo.
¿Cuáles serían los resultados si la suma de todo esto se viviera en las empresas? ¿Hay algo de lo mencionado anteriormente que no quisieras que aprendieran y practicaran tus hijos? La suma de todo ello son los ingredientes básicos y necesarios para convertirte en la persona que quieres ser. Te propongo que cada vez que identifiques un pensamiento negativo del tipo “no puedo”, o “no soy capaz”, o “ya lo intenté”, o “no es para mí”, lo sustituyas por otra frase en la que incluyas uno de esos valores y cualidades que tengas y otro que quieras desarrollar. Por ejemplo: “soy una persona extremadamente honrada y cada vez más y más disciplinada”. De esa forma a la vez que resaltas aquello que ya te gusta en ti, te enfocas en perfeccionar aquello que quieres cambiar. Una vez que hayas adquirido esa virtud, modifica la frase por otra. Cuando te estés convirtiendo en la persona que te propongas ser tus posibilidades de ser feliz aumentarán enormemente y serás capaz de ejercer atracción en los demás. El éxito no es un destino, es más bien un viaje.