Si estamos insatisfech@s con la vida que llevamos y nuestra vida diaria se convierta en una carga pesada es probable que sintamos deseos de escapar, de huir hacia algún lugar recóndito donde recuperar nuestra identidad. La vida puede sonreírnos, las cosas pueden ir según lo previsto, nuestro entorno puede ser el adecuado, y aún así todo esto puede no satisfacer nuestros anhelos más íntimos. Por eso, a menudo emprendemos un camino en busca de algo que nos falta. Es probable que ni siquiera sepamos de qué se trata, por lo que no tengamos ni idea de por dónde empezar a buscar.
¿Has deseado alguna vez que tu vida fuera diferente? Puede que simplemente creyeras que necesitaras un cambio de aires o una nueva aventura personal o profesional, como cambiar de trabajo, mudarte a otra ciudad, tener un hijo, emprender un negocio o casarte. Lo cierto es que a pesar de que realices esos cambios en tu vida, al poco o mucho tiempo puede volver esa inquietud disfrazada de inconformismo. Y ¿entonces qué? Aunque muchas personas sienten esa necesidad de dejarlo todo alguna vez en su vida, pocas son las que se atreven a intentar satisfacerla.
En muchas ocasiones, lo que aparenta ser una sed de experiencias sensoriales, como disfrutar de la vida, del amor, de la comida, de culturas diferentes, de paisajes variados… resulta ser un hambre voraz de aceptación y de perdón. Muchas veces, lo que empieza siendo un cambio externo termina por ser una transformación interior. Ese recorrido hacia algún lugar desconocido donde esperamos hallar lo que nos falta (amor, paz, equilibrio) es un viaje hacia nuestro interior, donde se encuentra todo lo que en realidad necesitamos para ser felices.
Sin embargo, para apreciar la paz es probable que necesitemos sentir el conflicto; para vivir en equilibrio se hace imprescindible vivir momentos desconcertantes; para disfrutar del placer de encontrarnos es requisito perdernos primero. Cuando procuramos que nuestra vida sea tranquila evitando los sobresaltos para vivir en armonía, estamos bloqueando el devenir natural de las circunstancias. No podemos entender la primavera si no viene precedida del invierno.