Emprender no es solo tomar una decisión extraída de descubrir tu vocación oculta y vencer los miedos de la inseguridad, para emprender con éxito has de cambiar tus patrones de pensamiento e incluso modificar tus valores.
Mientras asistimos a la destrucción del empleo, vemos como muchas personas que pierden el puesto de trabajo se lanzan a la aventura de emprender en solitario. Algunas lo hacen porque ven en ese momento la oportunidad que siempre habían buscado, pues soñaban con tener su propio negocio y perder de vista a su jefe, pero por cobardía no se habían atrevido a dar el paso antes; otros/as por necesidad, para hacer como “freelance” lo que antes hacía como empleado/a, ganando libertad en la misma proporción que pierden su seguridad económica. Sea por un motivo o por otro, está naciendo una nueva clase social, la emprendedora. Sin duda, los emprendedores somos parte de una evolución social que trae consigo cambios estructurales y coyunturales de la sociedad, creando nuevos paradigmas.
Las personas nos movemos para cubrir nuestras necesidades primordiales, y generar ingresos es la única forma que tenemos para subsistir de manera digna en la sociedad actual. Cuando tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas, sentimos tranquilidad, nos sabemos fuera de peligro y nos acomodamos; sin embargo, cuando percibimos alguna carencia nos ocupamos de hacer lo necesario para cubrirla. Lo que ocurre es que, hasta hace poco pensábamos que la única manera de pagar nuestras facturas era teniendo un empleo estable. Esa idea ha provocado que la mayoría de la población esté ubicada en la clase trabajadora, de hecho, el sistema educativo tradicional está orientado a crear trabajadores (hoy las universidades son una fábrica de parados).
Con el nacimiento de la clase media nació un nuevo modo de vivir y de pensar, y esa clase surgió de la necesidad del pueblo de liberarse de la opresión y del inconformismo. Por supuesto, mientras tanto, la clase alta se resistía a perder su poder. Por eso, en cada cambio de era ha habido una revolución, la última fue la industrial, y hoy en día la revolución es tecnológica. La era industrial trajo consigo el desarrollo de las ciudades y el estado del bienestar. La era tecnológica trae consigo nuevas posibilidades gracias a la interconexión entre las personas y la creación de redes que acortan las distancias. Pero mientras la mayoría estábamos despreocupados por nuestro futuro, acomodados a una realidad que nadie pensó que cambiaría, unos pocos estaban amasando fortunas aprovechando los cambios.
No es de extrañar que la clase capitalista prefiera un pueblo oprimido y adormilado como mano de obra. Si quieres salir de esa trampa de la opresión de clases, solo tienes la opción de emprender usando la tecnología. Ahora bien, no emprendas con tu antigua mentalidad de empleado/a, asegúrate de modificar tu forma de pensar para evitar caer en errores irreparables. Emprender no es solo tomar una decisión extraída de descubrir tu vocación oculta y vencer los miedos de la inseguridad, para emprender con éxito has de cambiar tus patrones de pensamiento e incluso modificar tus valores. Para ello necesitas reprogramar tu mente a través de un proceso de evolución y transformación personal. Es fundamental que adquieras un conocimiento que no se enseña en las universidades ni en las escuelas de negocios, para que eleves tu conciencia viendo lo que antes no veías, y que solo es posible ver con la luz de la sabiduría.
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