Seguimos con la serie de posts introductorios a Customer Development, Lean Startup y lienzo Canvas que pueden servir como material de apoyo al próximo taller gratuito que voy a impartir y para enlazar conceptos clave en futuras entradas de este blog. Hoy vamos a abordar los fundamentos y valores de metodología Lean Startup.
The Lean Startup es un libro publicado por Eric Ries en 2011 donde recogía la filosofía Lean Startup que había estado desarrollando en su blog desde 2008 (www.startuplessonslearned.com). Define una metodología a partir de:
– Customer Development (fue alumno de Steve Blank)
– Lean Manufacturing aplicado durante muchos años por Toyota
– Manifiesto Ágil y metodología Scrum
– Su propia experiencia como programador y emprendedor tras los éxitos y fracasos de su startup IMVU Inc.
La principal lección del concepto japonés Lean Manufacturing es la de que hay que eliminar cualquier proceso que suponga un despilfarro si no aporta valor al cliente. Trasladando este principio desde un contexto de producción industrial hasta empresas de base tecnológica altamente innovadoras, se pueden crear compañías más viables y sostenibles que de verdad aportan valor al cliente al tiempo que reducen el tiempo y recursos empleados. Él trabajaba en un entorno de nuevas tecnologías, en empresas startups. Su definición de startup es la de “un grupo de personas cuyo objetivo es crear un nuevo producto o servicio bajo condiciones de extrema incertidumbre”.
Con gran audacia conecta la metodología Lean con el trabajo de Steve Blank y su Customer Development. La reflexión es la siguiente: ¿cómo puede una empresa que está desarrollando un producto innovador ser más eficiente y derrochar menos? ¡Si todavía ni siquiera saben lo que van a producir! (recordemos, startup= nuevo+incertidumbre). Pues bien, la mejor manera de derrochar para una startup es malgastar sus recursos (la mayoría de veces muy limitados) creando algo que nadie quiere. Para evitar eso, nada mejor que “salir de la oficina”, “cuestionar tus hipótesis” y hablar con los posibles clientes que tendrá el producto o servicio. Es decir, practicar el “descubrimiento de cliente”; escuchar, observar y aprender de ellos.
Y esto hacerlo de la manera más rápida posible. Encaja el manifiesto ágil con esto. Si se aplican ciclos cortos y cambios rápidos en los prototipos de producto, será más fácil obtener más feedback del que aprender. Porque el objetivo de un emprendedor, una empresa en la fase inicial de un nuevo producto o servicio es el de aprender. El Producto Mínimo Viable (PMV) es ese prototipo, esa inversión mínima necesaria de recursos que nos permita obtener lo que vamos a mostrar al cliente. Cuanto menos nos cueste el PMV más versiones de él podremos desarrollar, más veces acudiremos al cliente y más feedback obtendremos.
El ciclo es: CREAR – MEDIR – APRENDER
En cada vuelta de la rueda habremos obtenido aprendizaje validado. Con ese aprendizaje, podremos mejorar el producto, descartar aspectos que no funcionan o modificar nuestra estrategia y modelo de negocio. Y lo mejor, esos cambios se harán en base a información contrastada de la única manera que importa para un negocio centrado en el cliente: con los clientes. De esa manera podremos pivotar cuando algo no funciona, o perseverar cuando sí lo hace, y siempre con el menor “derroche” de recursos posible. Es importante señalar llegados a este punto que el “no derrochar” no significa chapuza o barato. Un PMV con el que poder acudir a un cliente puede costarnos 5 euros o 5.000, todo depende de mantener un buen sentido de la proporcionalidad y el sentido común.
Crear para medir y medir para aprender. Sobre la medición o métricas, desarrolla el concepto de Contabilidad de la Innovación y defiende que las métricas que se utilicen sean entendibles y fácilmente auditables de manera que faciliten ese aprendizaje. Esto está basado en el método científico:
– Elegir las hipótesis a validar
– Definir lo que queremos averiguar y cómo medirlo
– Experimentar
– Interpretar los resultados
Este proceso de cuestionar hipótesis, salir fuera, hablar-escuchar a clientes, medir y sobre todo aprender, debe ser continuo. Tanto si estamos ideando una futura empresa, si queremos consolidar el negocio, expandir, crecer, mejorar la calidad,… estos valores fundamentales deberían estar presentes en nuestra mente como unas directrices que aplicaremos según nuestras circunstancias.