La vida es una sucesión de problemas, y nuestra tarea es resolverlos. Desde que nacemos estamos en el flujo de la supervivencia. Aunque al principio los problemas de comida, atención, cobijo, higiene, etc… son normalmente resueltos por nuestros padres, poco a poco somos educados para que, con el tiempo, vayamos haciéndonos responsables de ellos. Saber cómo resolver esos problemas es clave para desenvolvernos en la vida. La mayoría de las veces aprendemos con el ejemplo. Vemos una y otra vez a nuestros mayores resolver esos problemas, registramos lo que vemos y a base de enfrentarnos varias veces a la misma situación, adquirimos unos hábitos que nos ayudan a solucionar dichos problemas.
Pero ¿qué ocurre cuando nos enfrentamos a problemas nuevos? O peor aún ¿cuándo las soluciones de siempre ya no funcionan? Entonces nos sentimos desconcertados/as y no sabemos muy bien cómo actuar. Y por eso la mayoría de las veces seguimos repitiendo lo mismo una y otra vez y esperamos que la solución de siempre aparezca de nuevo. Si me quedo sin trabajo insisto en enviar curriculums, si pierdo clientes insisto con la publicidad, si se me acaba el dinero vuelvo a pedir un préstamo… En definitiva, seguimos haciendo lo mismo de siempre y esperamos resultados diferentes.
Lo cierto es que estamos viviendo en una era nueva y eso significa que todo está cambiando… la economía, los mercados, la sociedad, los valores… Nada es igual que antes. Así pues, debemos saber que ya no funcionan las soluciones de antes. Aunque los problemas sean los mismos las reglas del juego han cambiado. Han aparecido factores nuevos que alteran los resultados. Por tanto, ante los nuevos retos necesitamos hacer cambios en nuestra forma de pensar y de actuar.
Saber algo no es lo mismo que aplicarlo. La forma en qué usamos el conocimiento que tenemos define nuestras decisiones, y por tanto nuestros resultados. Aplicar la lógica de forma consciente puede salvarnos de muchas situaciones complicadas. Así pues, resolver un problema de forma óptima requiere conocimiento y lógica consciente. El conocimiento se puede adquirir, sin embargo la lógica se ha de desarrollar. Y para eso no hay nada más que el entrenamiento continúo. Para ello hay 8 pasos que puedes dar para aplicar la lógica y resolver problemas:
- Toma conciencia de la realidad y hazte consciente de la situación con la mayor perspectiva posible.
- Neutraliza las emociones. Ante los problemas nos surgen sensaciones que van desde el miedo, la duda, la desconfianza, la ira… Ninguna te permite pensar con claridad.
- Pon el conocimiento a tu servicio usando aquello que sabes hacer bien. Utiliza tu talento y tus habilidades a tu favor.
- Analiza la situación en 360º. No dejes pasar ningún detalle por alto y ten en cuenta todas las variables antes de tomar una decisión.
- Aísla los problemas y actúa sobre ellos de uno en uno. No pretendas solucionarlos todos a la vez ni quieras controlarlo todo antes de empezar.
- Escucha tu intuición. Es esa voz interior que te guía y que proviene de un conocimiento ancestral y universal conectado con una sabiduría superior.
- Aprende de los errores y saca conclusiones de la experiencia, tanto de la propia como de la ajena.
- Pide ayuda y trabaja en equipo. El conocimiento, la experiencia y los talentos de un equipo configuran una inteligencia colectiva capaz de resolver los mayores desafíos.
Cada problema tiene su solución. Y cada problema es una oportunidad para entrenar nuestra lógica y nuestras habilidades y talentos. Cuanto más grande es el problema más grande es la solución. ¿Necesitas mi ayuda para entrenar tu lógica y resolver problemas?