El líder ¿se hace o se nace? Quien ha desarrollado ciertas cualidades de liderazgo pareciera que es algo innato, aunque hay que distinguir entre liderar y dirigir. Si bien es cierto que ambas acciones en ocasiones han de estar muy ligadas y que tienen como denominador común la confianza en uno/a mismo/a, es habitual encontrar personalidades autoritarias y muy inseguras disfrazadas de líderes. La gran diferencia es que el primero impone a las personas que hagan lo que él quiere utilizando la comunicación emocional, es decir, el miedo; mientras que el segundo inspira a los demás utilizando la comunicación espiritual, es decir, conectando a las personas con la grandeza que hay dentro de sí mismas.
El liderazgo es un proceso evolutivo porque sale de dentro afuera, y para ello es necesario recorrer un camino de transformación personal. Es requisito imprescindible liderarte a ti mismo/a primero para después liderar a los demás. La influencia que un líder ejerce sobre un grupo de personas es el resultado de su evolución como ser humano y del desarrollo de un conjunto de cualidades que hacen que sea seguido/a y admirado/a. Por tanto, el liderazgo es un derecho que se adquiere cuando alguien demuestra su capacidad de ser, hacer y tener, por este orden, y no al revés.
Para que una persona se convierta en la mejor versión de sí mismo/a, en aquello que está destinado/a a ser, ha de tener un propósito vital, una misión personal que cumplir en este mundo y una visión de futuro clara de lo que quiere lograr. Además ha de diseñar un plan de acción, la hoja de ruta, solo así los demás le seguirán. El líder tiene un sueño grande y sabe que no puede llegar a donde va en solitario, que necesita liderar un equipo de personas que compartan su sueño y que le acompañen, y que para mantener a esas personas a su lado ha de aportar valor a los demás.
Cuando el liderazgo se convierte en una actitud de servicio es cuando el líder es capaz de trascender y cambiar vidas. En ese momento se convierte en ejemplo y fuente de inspiración. Y eso es posible porque existe integridad entre lo que dice y lo que hace, porque cree en la gente, porque sabe escuchar y detectar las necesidades humanas, y porque enseña a los demás lo que ha aprendido, sin temor a ser superado. Por eso, un líder ha de ser capaz de duplicarse a sí mismo/a, tiene la responsabilidad de empoderar a otros/as para que se conviertan en líderes capaces de alcanzar sus sueños.
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