Es fácil ponerse metas y soñar con ellas, lo complicado es mantener la ilusión en lograrlas cuando todo parece que está en contra. Hay días que se hacen cuesta arriba y que dan ganas de tirar la toalla, de olvidarse de todo y de abandonarse a la suerte. ¿Te ha pasado alguna vez? Es justo en esos momentos cuando hay que sacar fuerza y dar el extra, es la ocasión para descubrir cuán comprometido/a estás con tus sueños y si estás dispuesto/a a pagar el precio para lograrlos. Estas situaciones nos ponen a prueba y nos permiten desarrollar la perseverancia una de las grandes habilidades que todo líder o emprendedor de éxito necesita.
Perseverar significa mantener la acción continuada y enfocada, es decir, ejecutar el plan de acción de manera constante. No sirve de mucho hacer esfuerzos grandes pero intermitentes o realizar un sinfín de tareas sin un foco bien definido, es preferible tener un pequeño hábito diario en pos de un objetivo que de vez en cuando dedicar tiempo y esfuerzo a nuestros objetivos. Un ejemplo claro es el de el ejercicio, es más efectivo caminar cada día 20 minutos a paso ligero que darse la paliza 2 horas seguidas en el gimnasio una vez a la semana, lo primero nos mantendrá tonificados y en forma, mientras lo segundo nos agotará y proporcionará una buena dosis de agujetas.
En ocasiones, abandonamos antes de empezar porque nos apabullamos ante las grandes metas y no sabemos por dónde comenzar. Tener un plan de acción bien diseñado nos ayuda a detallar todas las tareas necesarias para conseguir nuestros propósitos y así concentrarnos en ejecutar estas pequeñas acciones, que sumadas ladrillo a ladrillo construyen nuestros éxitos. Es importante concentrarse cada día en el peldaño que estamos subiendo en vez de mirar la escalera en todo su conjunto, pues a cada día le basta su afán. Si has definido bien la meta y has elaborado un buen plan de acción, simplemente confía en el proceso y ejecuta cada día su tarea con paciencia, sin duda el resultado llegará, es cuestión de tiempo.
Aún así, a veces los resultados tardan en llegar más de lo esperado y las dificultades son mayores de lo que preveíamos. En esos momentos es importante renovar la confianza y recuperar la creencia tanto en nuestras habilidades como en los talentos de las personas de nuestro equipo. El trabajo en equipo nos ayuda a apoyarnos y motivarnos cuando el ánimo decae, y a solventar las debilidades de uno con las fortalezas de otro cuando nos acechan las dudas. Tener la voluntad necesaria para perseverar cuando la misión se vuelve imposible y dar el extra es lo que diferencia a las personas de éxito de aquellas que se quedan por el camino.
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