La vida nos plantea nuevos retos constantemente, y afrontarlos a veces no es tarea fácil. Salir del área confortable, donde has aprendido a desenvolverte, y entrar en terreno desconocido, donde todo está por descubrir, supone un desafío cuanto menos estresante. Las ganas de superación constante y una actitud positiva, es lo que puede ayudarte a sortear los obstáculos del día a día.
Tener esperanza de un futuro mejor es inherente al ser humano, como también lo es sentir pánico ante la incertidumbre. Ambas emociones son necesarias e indisolubles, la diferencia entre si percibes el mundo como amenazador o amable está en cuál de las dos pones el enfoque. Pero sin riesgo no hay beneficio, así que para sobrevivir con éxito ante lo que te resulta hostil necesitarás una dosis de ilusión y creatividad para reinventarte.
Sin embargo, vivimos en una sociedad neurótica donde lo a-normal se considera locura, y donde todo se rige por los mismos patrones de comportamiento. Por ese motivo todo el sistema educativo se orienta a reproducir individuos semejantes, que piensen y actúen de igual modo, y que tengan los mismos intereses y las mismas aspiraciones.
Por ello, cualquier decisión o acción que sea diferente y que se salga de la norma, entraña un riesgo que pocos/as quieren asumir. Porque lo natural se supone que es querer vivir sobre seguro, sin sobresaltos ni alteraciones. Pero por mucho que nos empeñemos en mantener la realidad tal cual está, y nos esforcemos en que todo siga igual, estamos inmersos en un universo en continuo cambio, y resistirnos a ello si que es una locura, que genera ansiedad y angustia.
Si cada día te esfuerzas por perseguir tus sueños y superar los miedos poniendo coraje en tus tareas, aunque solo sea para responder a esa llamada que te apabulla, o ir a ese sitio que te atemoriza, o decir esas palabras que te guardas, estarás poniendo en tu vida la chispa para vivir mejor y ser luz para otros que necesiten de tu ejemplo.