En materia de salud es preferible siempre prevenir que curar, y esa prevención en el área emocional pasa por elevar la conciencia a través del auto conocimiento en primer lugar, y en segundo lugar por asumir la responsabilidad individual sobre nuestras decisiones y acciones. Todo en la vida responde al principio de causa y efecto, así que cómo te sientes responde a cómo piensas. Nuestro pensamiento es fruto de nuestras percepciones, y a la vez el origen de nuestras emociones. Así que, no es lo que ocurre, sino cómo interpretamos lo que ocurre lo que nos hace sentir de una forma o de otra.
Y como todo es cuestión de costumbre, nuestras reacciones habitualmente responden a patrones de pensamiento preestablecidos en nuestro inconsciente. Así que tomar consciencia de lo que pensamos es el primer paso para recuperar o mejorar nuestra salud emocional. Asumir la responsabilidad sobre nuestro estado de ánimo significa empezar a actuar en lugar de reaccionar. Si te sientes asustado/a o bloqueado/a, furioso/a o culpable estás siendo presa de emociones altamente destructivas, cuyas consecuencias pueden ser muy dañinas para ti mismo/a y para tu entorno.
Desarrollar la inteligencia emocional, que es la capacidad de entender y manejar las emociones propias y ajenas, es fundamental para enfrentarte a las situaciones difíciles, aunque no es suficiente. La habilidad de vencer obstáculos, superar retos y manejar conflictos personales solo se desarrolla cuando eres capaz de sentir confianza y esperanza. En el corazón donde habita el amor no cabe el odio, donde hay fe no entra el miedo. Es cierto que la realidad actual es muy complicada y es fácil caer en el desánimo, pero al mismo tiempo es una oportunidad para fortalecerte interiormente a base de superación personal.
Recuperar la confianza en ti mismo/a, en Dios y en la vida, es la base para sentirte bien, en paz. La palabra “PAZ” implica pedir, agradecer y zanjar. Esto es, identifica tus deseos y necesidades y pídelos de corazón, el Universo conspirará a tu favor si tu petición es clara, concisa y contundente, y está exenta de miedos. La gratitud sincera solo es posible cuando aceptas la perfección de la vida, y zanjar requiere que comprendas e integras tu pasado con amor, sin resignación y sin buscar culpables en otros/as o en ti.
La esperanza se cultiva con pequeños hábitos diarios como sonreír, conectarte con tus sueños, visualizar la vida que quieres, reconocer los logros de cada día por pequeños que sean, o repetirte durante cinco minutos declaraciones personales en tono positivo o afirmaciones que eleven tu autoestima. Estos mantras pueden ayudarte a iniciar un momento de meditación, que es un excelente hábito para parar la mente y tomar conciencia de quién eres más allá de tus pensamientos y sentimientos, atravesando tu ego para reconocer tu esencia, tu ser inmortal.
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