La necesidad de negociar está presente en nuestra vida casi a diario. Por tanto, desarrollar nuestras habilidades de negociación resulta fundamental para lograr nuestras metas, bien sea en el terreno laboral o en el particular. Es frecuente que surjan impedimentos en nuestro camino, y es posible que eliminarlos no dependa solo de nuestra voluntad. Muy probablemente será preciso la actuación o colaboración de otra persona para superar ciertos obstáculos, que pueden convertirse en conflictos ocasionados por diferentes opiniones debidas a la diferencia de caracteres, o una competitividad mal entendida, o diferentes intereses por una diferencia de principios o de prioridades. A veces los conflictos también surgen por una comunicación deficiente, una distorsión del lenguaje, falta de claridad en el mensaje, un feed-back ineficaz, la emisión de juicios de valor o la falta de escucha.
Resolver y reorientar estas situaciones depende en gran medida de nuestra capacidad de persuasión, lo que requiere grandes dosis de empatía y asertividad. Ante todo hemos de tener en cuenta que el otro también piensa que lleva razón. Escuchar activamente todo lo que tiene que decir es fundamental para dejar que se exprese y se desahogue, y para así captar toda la información que necesitamos para empatizar. No olvidemos que la base de la comunicación eficaz es la escucha, y mejor escuchar el doble de lo que hablamos, por algo tenemos dos orejas y una lengua. Además, para completar nuestra información es imprescindible preguntar cuestiones como ¿qué necesitas?, ¿qué esperas obtener?, ¿cuáles son tus expectativas?, orientadas a encontrar soluciones, y no a buscar culpables. El arte de preguntar te dará las claves para construir un puente dorado a tu adversario, y esto en algunas ocasiones logra desarmarle y convertirle en tu aliado.
Claro que ante cada negociación tenemos el riesgo de ganar o de perder. Por lo que la actitud de ganar-ganar es la única válida para que el conflicto se resuelva de manera óptima para ambas partes. Para transmitir correctamente nuestros intereses sin que la otra parte se sienta amenazada es indispensable utilizar hábilmente el lenguaje, pues éste tiene el poder de generar emociones, y no nos beneficia provocar reacciones coléricas que desaten situaciones difíciles de encauzar.
Si bien es cierto que la falta de consenso provoca un fuerte desgaste, genera enfrentamientos y daña las relaciones, una buena negociación y gestión del conflicto tiene aspectos positivos como promover la reflexión, incrementar y mejorar la comunicación, fomentar la participación y cohesionar al grupo, propiciar la imaginación para encontrar soluciones creativas y satisfactorias, evidenciar ineficacias, o incitar al autoconocimiento para darte cuenta de tus errores. En definitiva, la negociación crea oportunidades de mejora.